Al parecer, Elon Musk ha ordenado al personal de Twitter que trabaje febrilmente -esperemos que con algunas pausas de vez en cuando- para cobrar a los usuarios con el tick azul, en un intento de reflotar las finanzas de la recién adquirida red social: muchos usuarios han interpretado este movimiento como, a su manera, una seña de identidad de la nueva gestión de Twitter por parte del multimillonario y empresario sudafricano-canadiense, propietario de Tesla y Space X.
La medida estaría justificada, según los análisis propuestos en los medios de comunicación, porque Twitter está a punto de prepararse para un batacazo financiero considerable, al parecer debido a la reducción del número de anunciantes y de los ingresos correspondientes. De hecho, la Alianza Global para los Medios Responsables (GARM) considera «innegociable» eliminar de Twitter la enorme cantidad de noticias falsas, cuentas de trolls y ciberacoso (lo que no agrada a quienes invierten en publicidad, ya que se arriesgan a una reacción negativa para los anuncios).
La publicidad representó históricamente el 90% de los ingresos de Twitter hasta algún tiempo antes de la adquisición por Musk. Parece que las cosas van a cambiar, y las consecuencias no son necesariamente previsibles a medio y largo plazo.
Prólogo: ¿está Elon Musk a punto de cambiar Twitter?
La noticia de la adquisición de Twitter por parte de Elon Musk fue anunciada por la llegada del empresario con un golpe de efecto: un fregadero en las oficinas de Twitter. Let’s that sink in, recitaba el pie de foto del vídeo en cuestión (un doble sentido entre el literal «bring that sink in» y su sentido figurado, que significa más o menos «intenta averiguar qué significa realmente su entrada en Twitter»).
Lo que, en teoría, debería abrir una nueva era para la plataforma Twitter, que Musk pretende cambiar y, según él, mejorar para los usuarios y, sobre todo, para los anunciantes, a los que no les entusiasma demasiado la idea de invertir en Twitter, como admitió cándidamente en un tuit muy citado (¡necesitamos pagar facturas!).
Habría que hacer algunas consideraciones, en mi opinión, sobre cómo está resultando el enfoque de la comunicación en el uso de una de las plataformas de comunicación más comunes del mundo: en cierto modo, la referencia a «tener que pagar las facturas» parece casi de aficionado, y también resulta extraño que esto ocurra a rebufo de la adquisición (como si la hubiera comprado sin saberlo, cosa que nos negamos a creer). Al fin y al cabo, todo esto forma parte del modelo de comunicación Musk con el que todos estamos familiarizados, así que no es de extrañar que esta vez también vayan directos al grano, sin rodeos, aun a riesgo de enemistarse con algunos de los usuarios o quizás, mientras tanto, de ganar otros nuevos.
De hecho, una de las novedades más sonadas parece ser el hecho de que los ticks azules de Twitter pasarán a ser de pago. Pero, ¿qué significa y por qué nos concierne? Para entender bien de qué estamos hablando, conviene dar un paso atrás y volver a cómo han funcionado hasta ahora y para qué sirven.
Qué son las garrapatas azules de Twitter
A diferencia de los ticks azules de WhatsApp, que sirven para «certificar» que un mensaje ha sido enviado y recibido por el destinatario, los ticks azules de Twitter son los que actualmente se ven en los perfiles oficiales: políticos, VIPs, personalidades de la televisión y profesionales sanitarios muy famosos tienen esos ticks.
Incluida, por supuesto, la cuenta de Elon Musk.
Cómo se obtienen las garrapatas azules hasta la fecha
La garrapata azul podía solicitarse gratuitamente, hasta hoy, y la lógica dictaba que debía durar toda la vida. Nunca ha sido así, en realidad: los ticks son ahora revocables (a decir verdad, esto está expresado de forma un poco enrevesada: Twitter puede conceder o quitar el tick a cualquier cuenta, no es posible solicitar la retirada del tick de cuentas propias o ajenas, lo que suena a giro para decir que se reservan el derecho a hacer lo que quieran), no duran de por vida, y probablemente cambie que cueste una cuota mensual mantenerlos, igual que ocurre con DAZN, Netflix y demás. Todo ello suponiendo que esta nueva línea de gestión se apruebe realmente, cosa que dudamos pero que creemos que merece la pena discutir.
Existe, para obtener el tick azul en Twitter, un procedimiento (también aquí) que no está precisamente al alcance de todo el mundo, y que yo también he intentado completar un par de veces en mi cuenta, siempre con resultados negativos, por lo que mi experiencia sigue siendo limitada.
Cómo verificar una cuenta de Twitter / Cómo verificar una vez una cuenta de Twitter
Por si te sirve de algo saberlo hoy, puedes intentar solicitar el tick azul (salvo cambios inminentes, y entendiendo que el tick podría pasar a ser de pago de todas formas) partiendo de este enlace y siguiendo estas instrucciones. Por cierto (actualización a las 22:10), Musk acaba de distanciarse de forma pintoresca de la comprobación actual, que ha calificado oficialmente de «gilipollez».
En cualquier caso: las cuentas oficiales gubernamentales, administrativas, corporativas, deportivas, VIP, activistas, influencers y creadores de contenidos pueden solicitar el tick azul, siempre que cumplan una serie de requisitos (complejos), tengan una cuenta pública y evidentemente activa, y cuenten con un mínimo de seguidores que se estima en un porcentaje mínimo significativo de la twitter-esfera (es decir, entre los criterios para tener el tick azul está el hecho de contar con un mínimo de seguidores reales y no comprados).
¿Qué pasaría si el tick azul se convirtiera en un servicio de pago?
Es cierto que lo que se está comentando en estos días, en el momento de escribir estas líneas sólo pertenece al ámbito de las hipótesis por lo que no debe tomarse como una certeza, tener el tick azul se convertirá en un servicio de pago mensual, por lo que el importe variará desde unos cinco dólares hasta un máximo de 20 al mes, con la posibilidad de pagar por tener el tick azul. Los que paguen también obtendrán el botón Editar Tweet, que siempre se ha pedido y nunca se ha incluido en las funciones gratuitas.
¿Pagar por una garrapata que nunca he recibido oficialmente? Personalmente, podría gustarme y estaría tentado, como idea: pero pensando más ampliamente, choca con el problema de la personificación de otras personas.
Como se explica en un detallado artículo del Financial Times, que por cierto se deleita haciendo cuentas sobre el posible coste y prevé un impacto no necesariamente positivo en dicha elección (léase: gente que tiende a abandonar la plataforma porque tenía el tick azul y no quiere pagar para conservarlo), el problema de fondo de los tick azules de pago sigue siendo la personificación de los demás.
El problema de la suplantación de otras personas por desconocidos es uno de los más complejos de la informática, y también es objeto de numerosos sesgos cognitivos, sobre todo por parte de autodenominados expertos en la materia y de diversos líderes de opinión. Los mismos que periódicamente manosean, en mi opinión (y no sólo la mía) afirman erróneamente que las cuentas sociales deberían ser accesibles sólo con DNI (sin considerar el enorme problema de privacidad que supondría que esos datos, una vez almacenados, se prestaran a ciberataques a la plataforma para robarlos) o peor aún vía SPID, pensado para agilizar las prácticas burocráticas (y en eso tenemos razón) pero no universalizable para uso social (nadie en el extranjero podría acceder a ellas, trivialmente).
Me niego a creer que uno pueda identificarse indebidamente con un gobierno (el troleo «estatal» podría tener efectos devastadores, si uno lo piensa un momento), que imagino estará controlado: pero ¿qué pasa con las pequeñas-medianas cuentas oficiales? Los que aceptan pagar no se encuentran entre el 20% de usuarios que tienen derecho a ello, aunque la estadística podría estar distorsionada por la opinión de personas que no quieren la cuenta azul de todos modos. Y, por supuesto, no quererlo no implica necesariamente que sean delincuentes o trolls…
Pero el problema básico con los ticks azules de pago en Twitter, si es que realmente es posible que ocurra (no es seguro, a día de hoy), es que si -por ejemplo- la cuenta de Nike o Apple se niega a pagar la cuota, esa cuenta «descubierta» dejaría de tener el tick azul. La tentación para el troll medio surgido de 4chan sería entonces «tirar» veinte euros por la ventana para hacerse pasar por una cuenta oficial, que sería creída como tal, lo que generaría mucha confusión entre los usuarios. La suplantación de identidad es un asunto complejo y es como cuando nos roban las credenciales de nuestra cuenta, sólo que a escala mundial y con consecuencias que no son fácilmente previsibles.
Habrá procedimientos controlados para la suscripción, de eso no hay duda, pero la consideración sigue siendo que convertir una cuenta en autorizada a cambio de una comisión no es precisamente una buena idea, sobre todo por la alta estima que se tiene a las cuentas con verificación azul (que tienen fama de ser más fiables, por cierto), algo que hay que demostrar, dado que hasta políticos y famosos han estado propagando bulos y noticias falsas de todo orden y grado.
Desde el punto de vista de Musk, es casi seguro que, al final, no es más que otra forma de monetización. Pero si realmente basta con pagar para ser creíble (una narrativa distópica y no segura pero posible, en esta coyuntura), se corre el riesgo de crear una red social no tan igualitaria y democrática, donde la deriva ‘VIP’ podría tomar el control e ir en contra de la idea básica del propio Twitter.